Por: Sebastián Genatti
En enero del 2014, desde el Gobierno nacional se establecieron dos objetivos macroeconómicos: disminuir la demanda de dólares y desacelerar la inflación (por medio de una reducción de la tasa de interés real negativa). Para lograr dichos objetivos, el Banco Central tomo la decisión de devaluar la moneda y aumentar las tasas de interés, a través de las emisiones de LEBACS y NOBACS a una tasa cercana al 31%.
Estas políticas monetarias, al igual que todas aquellas que intentan corregir variables que no están dentro de los valores deseados por el gobierno, tienen un costo. El aumento de las tasas de interés de los títulos que emite el BCRA generó un aumento de las tasas de interés pasivas y activas del sistema bancario argentino. De esta forma, los bancos terminan pagando una tasa de interés mayor por los depósitos en plazo fijo y cobran una mayor para los préstamos, aquellos destinados al consumo (individuos) o inversiones productivas (empresas).
El estrechamiento de las condiciones de acceso al crédito para el sector empresarial ha motivado en el gobierno el lanzamiento del programa FONDEAR y la línea de financiamiento especial para inversión productiva (Com. A 5516), ambos apuntando al financiamiento de la inversión. El primer programa tiene una orientación más sectorial y regional y cuenta, en los créditos para proyectos de inversión, con una tasa fija del 14% anual en pesos para Pymes y una tasa del 19% anual fija en pesos para las grandes empresas para los primeros 24 meses; mientras que el segundo está más orientado a PYMES y obliga a las entidades a prestar un porcentaje de sus depósitos a una tasa fija del 17,5% (luego se extendió al financiamiento en corto mediante descuento de cheques y actualmente, el nuevo tramo incrementó la tasa al 19,50%).
La importancia de los problemas con que cuentan las empresas para disponer de financiamiento se refleja en la cantidad de programas que el gobierno está implementando para subsanarlos. Pero, ¿no debería el gobierno apuntar a desarrollar las condiciones adecuadas para que el sistema financiero pueda generar financiamiento barato y de largo plazo para el sector productivo?
A las barreras con que cuentan las empresas (especialmente las PYMES), tales como fallas en el funcionamiento de los mercados de crédito (ej. insuficiencia en la información con que cuentan los bancos para realizar evaluaciones de riesgo); y la cantidad de recursos canalizados, también influido por el método de selección de beneficiarios, hoy tenemos que agregar los elevados costos de financiación concebidos por las políticas macroeconómicas mencionadas anteriormente. La intervención del gobierno aparece como distorsiva y con baja eficacia en función a sus objetivos prefijados.
Cabe aclarar que estas políticas se realizan con recursos del Estado Nacional, aumentando así la participación de este en la economía. En lugar de ello, se debería trabajar para desarrollar un sistema financiero que genere fondeo para la inversión en el sector productivo.