Por: Víctor Varone
Luego de leer detenidamente las 30 carillas del auto de procesamiento de Jorge Mangeri, hay dos cosas que me vienen a la mente.
La primera es una cuestión técnica: esta resolución del juez Javier Ríos es ajustada a derecho, respeta el debido proceso y detalla clara y puntualmente los elementos de convicción reunidos al momento que lo llevan procesar y dictar la prisión preventiva de Mangeri y calificar el hecho como homicidio agravado por alevosía.
Es de destacar el tratamiento que Ríos da a cuestiones tales como el “protocolo de custodia” del cuerpo de la víctima y en especial de las manos; el relevamiento del ADN en las uñas de la víctima y su cotejo con el del imputado, las heridas del portero; por qué la víctima llegó al edificio y no a su casa; el “morral”, por qué considera lugar del hecho el edificio de Ravignani 2360, aclarando cada una de estas circunstancias y los motivos de su convicción en la resolución tomada.
El juez establece en este procesamiento por qué Jorge Mangeri contaba con los medios y posibilidades, la oportunidad y el ámbito privado para causar la muerte de Ángeles Rawson, que se produce por traumatismos múltiples al ser introducida en el proceso de residuos de la Ciudad de Buenos Aires.
Por último, la resolución da los elementos por los que el imputado actuó con alevosía: las ataduras de la víctima, la diferencia de edad y contextura más conocimiento y confianza la ponen en un estado de indefención que dan alevosía y facilita al autor a obrar sin riesgos.
Un detalle importante es que según el Cuerpo Medico Forense de la Justicia Nacional, el imputado no tenía alteraciones y comprendía sus actos.
Con todos estos elementos y sin perjuicio de que continuara la investigación, podemos decir que esta causa ya podría ser elevada a juicio. En nuestra experiencia hemos visto otros casos que con menos elementos llegaron a la etapa de juicio.
En segundo lugar, me surge una apreciación personal. Más allá de la excelente tarea de la justicia, sus auxiliares, los investigadores y las partes, que en 24 días nos ponen en esta instancia judicial, después de leer la resolución, creo que quien proporcionó los elementos de peso para empezar “resolver” el caso y dar con su autor fue la misma Ángeles. Dios quiso que apareciera en la planta de MTB de José León Suárez; tal vez en otro camión podría no haber aparecido. Pero además, y tomando palabras del juez, “una de sus últimas acciones en vida fue la de defenderse… arañar a su agresor, de forma que en ese momento se produjo la transferencia del material genético hallado en su cuerpo…”. Y así nos dio un autor de tan aberrante crimen.