Por: Yamil Santoro
“No nos desencontremos aunque pensemos distinto”, dijo el papa Francisco en uno de sus discursos en La Habana para instar a los jóvenes que piensan distinto a recurrir al diálogo. Cerró dicha posición al señalar: “Si vos pensás distinto que yo, ¿por qué no vamos a hablar?”
Esto que parece una obviedad lamentablemente se ha visto desdibujado durante los últimos años en la vida política argentina y el diálogo muchas veces se ausenta de la dimensión política, lo cual no solo es inconveniente para la comunidad, sino también peligroso. Debería llamarnos poderosamente la atención que muchos de quienes nacimos luego de la nefasta dictadura, quienes somos hijos de la democracia, alberguemos sentimientos y actitudes antidemocráticas.
Quisiera contrastar lo anterior con dos ejemplos inspiradores. Quiero aprovechar dos aniversarios acaecidos el 17 de septiembre que guardan una importante relación con el diálogo como búsqueda del crecimiento: Se cumplieron 21 años desde el fallecimiento del filósofo Karl Popper y la Fundación Universitaria del Río de la Plata (FURP) cumplió 45 años de trabajo ininterrumpido generando puentes entre los jóvenes argentinos de diversa orientación política.
Popper planteaba la imposibilidad, desde la perspectiva científica, del conocimiento pleno o perfecto. Y a partir de dicha carencia sostenía: “El aumento del conocimiento depende por completo de la existencia del desacuerdo”. Asumiendo nuestra ignorancia y nuestras limitaciones, aparece la tolerancia al entender que necesitamos del otro para alcanzar un mejor nivel de conocimiento y ahí encontraba el filósofo el fundamento de la democracia.
Aceptar nuestras limitaciones y la falta de verdades absolutas o autoridades consagradas nos lleva a conductas antiautoritarias. El otro deja de ser un escollo o un problema para pasar a ser una posibilidad de superación y crecimiento. Así, para quien busca la superación y el crecimiento, el otro aparece como necesario, inspirando así los ideales de respeto y tolerancia necesarios para la cooperación.
Mientras el humilde toma a la ignorancia como la base del diálogo y el respeto, el soberbio busca imponer su visión del mundo mediante la violencia y niega los debates superadores. Un interesante ejemplo lo comentaba Voltaire en su Diccionario Filosófico, al hablar sobre la ignorancia: “En el fondo de vuestro corazón comprendéis vuestra nada, como yo comprendo la mía; pero como sois soberbios, peleáis para que adopten los hombres vuestros vastos sistemas, y no pudiendo tiranizar nuestros cuerpos, pretendéis tiranizar nuestro espíritu”.
Por otra parte, quiero destacar el ejemplo de la FURP, que se dedica desde su nacimiento a formar a jóvenes líderes de nuestro país en los valores de la tolerancia, el diálogo y el pensamiento crítico, procurando encontrar los espacios comunes entre las diversas posiciones e ideologías. Durante la semana pasada 66 jóvenes de distintos puntos del país, espacios políticos e ideologías pudimos participar de una intensa agenda de trabajo conjunto y todos salimos muy enriquecidos de la experiencia. Estoy convencido de que podemos trabajar juntos por nuestro país y alcanzar consensos superadores a pesar de las diferencias. Cada experiencia de este tipo me reafirma esta creencia.
Lamentablemente durante estos últimos años la excesiva acumulación de poder en un polo de nuestra sociedad desarrolló la soberbia de nuestros gobernantes, que decidieron renunciar al diálogo y recurrir a una suerte de autismo político. Las consecuencias están a la vista: políticas públicas deficientes que fueron sancionadas y ejecutadas sin la posibilidad de que otros actores o sectores contribuyan a mejorarlo. Por suerte, el Gobierno que viene, gane quien gane, no debería tener una mayoría automática en el Congreso Nacional y esto dará las condiciones para que retornemos a una cultura del diálogo que ofrece un horizonte mucho más fértil para nuestro país.
Es responsabilidad de todos nosotros comenzar a trabajar tanto interna como exteriormente para retornar al diálogo, para convertir al disenso en oportunidades de crecimiento y terminar con la intolerancia política propia de espíritus antidemocráticos. Argentina nos necesita a todos dialogando y trabajando hombro a hombro para sacar este país adelante.
Es hora de tomar la sugerencia del papa Francisco y apostar al cambio inspirado en el diálogo.