Por: Cristian Folgar
Si hay algo para lo cual el cristinismo demostró tener mucha habilidad es para desvirtuar las ideas o causas más nobles. De tener una moderna ley de medios pasamos a perseguir a un par de medios no alineados. De fomentar los derechos humanos pasamos a comprar a sus dirigentes con un programa de construcción de viviendas. De instalar una Corte Suprema independiente pasamos a querer esclavizar a todo el Poder Judicial. Algo similar está haciendo el gobierno con las ideas “keynesianas”.
Si usted escucha a la Presidenta, ella le va a decir que está fomentando a la industria, pero vamos para casi dos años de caída de la actividad industrial. Le va a decir que estamos fomentando al consumo que no para de caer desde hace por lo menos 16 meses. Le va a decir también que fomentamos la inversión y la competitividad de la industria, cuando la inversión esta en picada y las exportaciones también. Todo esto lo estamos haciendo supuestamente “gracias” a medidas de tipo “Keynesianas”.
Pobre Keynes, otra víctima del cristinismo ilustrado.
¿Qué postuló o propuso Keynes en su momento? Que en situaciones particulares, el sector privado -consumidores, inversores, o empresarios- tiende a tomar conductas que agravan las crisis. Los primeros dejan de consumir, los segundos prefieren la liquidez y los últimos dejan de invertir. ¿Qué puede hacer el Estado en esos casos? Tomar medidas que aumenten la Demanda Agregada de modo tal de sacar a la economía del pozo en el cual se metió o se metería dadas las acciones de los “privados”.
¿Consumo y Demanda Agregada son lo mismo? No, la Demanda Agregada está formada por el Consumo, la Inversión y las Exportaciones. Keynes sugirió que en situaciones de crisis el Estado debía tomar medidas de políticas monetaria y/o fiscal cuyo resultado fuera expandir la Demanda Agregada de modo tal que el Estado reemplace al sector privado como motor de la economía. De ahí la idea que en un momento de crisis el Estado erogue más que sus ingresos (incurriendo en déficit) para incrementar la Demanda Agregada y que ante ese “empuje” luego aparezcan el consumo o la inversión de los privados.
El Gobierno dice que quiere hacer eso o que está haciendo eso. Pero logra todo lo contrario. Desde el año 2009/2010 el Estado entró en déficit. El déficit cada vez es mayor y la economía está cada vez peor. Las dos presidencias de Cristina Kirchner están signadas por medidas que bajaron la Demanda Agregada en lugar de aumentarla. Hay algunas medidas aisladas que no alcanzan para compensar la caída.
Producto de la inflación, el poder real de compra de la población está bajando. ¿Algún argentino siente que hoy tiene mayor poder de compra que en el 2008? Producto de la pérdida de competitividad de nuestra economía cada vez se nos hace más difícil exportar. ¿Alguien duda de los problemas de competitividad que enfrentan las economías regionales? Si los empresarios ven que cae el consumo interno y ven que no pueden exportar, ¿para qué van a invertir? Los índices que miden la inversión no paran de bajar.
Keynes sugiere tomar medidas para aumentar la Demanda Agregada, pero en su nombre el gobierno debilitó precisamente a la Demanda Agregada. ¿Estaban asustados los consumidores cuando asumió Cristina en el 2007?, ¿estaba cayendo la inversión?, ¿caían las exportaciones? En ese momento la economía tenía problemas por solucionar, uno de ellos era ver cómo se hacía para que los exportadores no liquiden de golpe los dólares obligando al Central a sostener el tipo de cambio.
¿Keynes alguna vez sugirió que un país que estaba creciendo con solvencia macroeconómica, abandonase esa situación para tener déficit fiscal y dejar de generar empleo? No hubo ningún factor externo que nos condicionara. Los problemas que enfrentó el mundo no justifican nuestra situación actual, prueba de ello es como están el resto de los países latinoamericanos. ¿Tanta mala suerte tenemos que el mundo se cayó sólo encima nuestro? Ni la restricción externa actual, ni la inflación, ni ninguno de los problemas actuales de nuestra economía se deben a factores exógenos.
Nuestros problemas hay que rastrearlos en quienes en nombre de Keynes logran los efectos exactamente opuestos a los que él hubiera buscado.