Por: Daniel Lipovetzky
Mauricio Macri 2015 es un postulado de mucha gente que desea que algo cambie en las próximas elecciones presidenciales. Muchos de los que hace tiempo acompañamos al Jefe de Gobierno, muchos más que lo han seguido con su voto en la Ciudad en los últimos años, y tantos otros, en todo el país, que buscan una Argentina diferente.
Pero Macri 2015 es bastante más que un slogan de campaña, es acaso, la síntesis de un himno de cambio. Nuestra Argentina ha sido gobernada en el último siglo por tres grupos: el peronismo, el radicalismo y el militarismo golpista. Cada uno de ellos ha fracasado. En el caso de los gobiernos de facto su fracaso es originario e ineludible. Violentar la voluntad popular nunca puede llevar a un buen final.
La UCR por su parte, especialmente en los primeros años del gobierno de Raúl Alfonsín, ha dado muestras de progresos históricos en materia institucional, pero a su vez, se ha envuelto en una sucesión de errores en materia económica que pusieron a nuestro país al borde del barranco. Los últimos peronismos (menemismo, kirchnerismo), por el contrario, mezclaron aciertos y errores en materia económica, pero todo enmarcado en un brutal desbarajuste institucional teñido de corruptelas diversas que conspiraron contra dichos aciertos hasta desmoronarlos totalmente.
Entonces ¿por qué Macri? Por sí mismo y por los demás. El líder del PRO ha demostrado una capacidad de gestión poco usual que ha generado una transformación espectacular de la Ciudad de Buenos Aires como ningún otro gobierno lo había hecho. A diferencia de todos los demás distritos de la Argentina, ha podido administrar y gobernar con eficiencia, aun contra la constante y diversa obstaculización del gobierno nacional. Sufriendo niveles de coparticipación injustos, ha enfrentando obstáculos en materia de obtención de crédito externo para obra pública y a pesar de ello cientos de obras se han realizado en la ciudad, desde el Metrobus hasta los mas de 20 pasos a bajo nivel recientemente inaugurados; además de recibir y gestionar con eficiencia todo aquello que el gobierno nacional ya no podía manejar, como el transporte subterráneo.
La administración Macri no dependió jamás, como otras provincias argentinas, de la buena voluntad del gobierno nacional para solventar el pago, por ejemplo, a los empleados estatales. De haber sido de este modo, hubiese sucumbido. Ha sido una isla en esta Argentina lamentablemente unitaria, dependiente del poder central: se financió con eficiencia sin rogar la asistencia del kirchnerismo.
Del mismo modo, ningún gobierno ha resultado tan inclusivo como el del PRO en los últimos seis años, asistiendo incluso a otras provincias. Durante 2012, en el brote invernal de bronquolitis, el 70% de las camas para internación en los hospitales porteños, estuvieron ocupadas por ciudadanos que residen en la Provincia de Buenos Aires. La zona sur de la Ciudad, exhibe progresos impensados hasta hace solamente seis años, en materia de transformación edilicia y de infraestructura. Se inauguraron decenas de Centros de Primera Infancia para cuidar a los hijos más pequeños de las madres trabajadoras. La escolarización se ha incrementado y las escuelas públicas de la Ciudad han vuelto a ser aptas para que los niños aprendan y se desarrollen. Pocas cosas como esta última generan tanta equidad. Y repito: todo ello no solamente sin apoyo sino con expreso boicot.
Mientras otros candidatos presidenciales crecían o se sostenían de la mano del kirchnerismo, siendo funcionarios de uno u otro gobierno K, o candidatos de dicho espacio, Macri no negociaba su posicionamiento político y a la vez conseguía gobernar con eficiencia. Nadie más, después de este decenio, puede lucir dicha medalla.
Pero además, y por si no fuese suficiente, Macri 2015 también por los demás. Porque es hora que los argentinos probemos otra fórmula que no sea la de los irremediables fracasos cíclicos. Porque alguna vez debemos romper esta espiral nociva y repetitiva que nos hunde periódicamente en lo más profundo. Porque las nuevas generaciones tienen la posibilidad de mostrar su capacidad de eludir los preconceptos estereotipados de que “sólo fulano puede gobernar” o “únicamente mengano respeta las instituciones”. Tenga usted la convicción de que es posible, incluso, que un dirigente haga ambas cosas.
Por todo eso, trabajo por Macri 2015. Porque como se ha hecho en la Ciudad, es posible gobernar con eficiencia y a la vez, respetar las instituciones. Porque se puede se progresista e inclusivo sin caer en trampa del populismo y la corruptela, y especialmente, porque es la plataforma disparadora del cambio para la Argentina del futuro. No podemos seguir volviendo atrás.