Por: Darío Epstein
Las decisiones de consumo, ahorro e inversión están en el núcleo de las determinaciones que deben tomar los individuos a lo largo de su vida. Y en la vida hay momentos para vivir de prestado, en relación de dependencia, para endeudarse, para repagar la deuda, comenzar a generar riqueza en forma genuina y, por último, disfrutarla (gastar los ahorros). Lo que no se llega a disfrutar o que se preserva para consumo futuro y se resigna del consumo presente será un legado para nuestros hijos, una herencia que les dejaremos a futuro para que el mencionado ciclo sea más corto en sus primeras fases y para que comience ya con una base monetaria.
Partiendo de la base de que las cifras oficiales son fiables y transparentes, muchos países tienen deudas privadas impagables. Cuando se habla de deudas privadas tenemos que hablar de deuda de los hogares, de las empresas y de los bancos (que generalmente se toman por separado). Además hay que sumarle la deuda pública, privada y extranjera.
Numerosos hogares en países desarrollados compran a crédito y deben la casa donde viven, los productos que contiene la casa (televisión, celular, microondas, heladera, etcétera) y deben, además, el auto, las vacaciones pasadas y hasta la educación privada de sus hijos, todo ello gracias a los diferentes créditos tomados, incluidos los obtenidos con la tarjeta de crédito. Entre los hogares, la tarjeta de crédito es un método rápido y efectivo de endeudamiento, sin tener que ir al banco a pedirlo y se ha convertido en un medio de pago en la vida cotidiana. Pero una economía endeudada también consiste en sumar todos aquellos préstamos hipotecarios a hogares sin recursos: las llamadas hipotecas subprime o de alto riesgo.
Muchos hogares pasaron a gastar en el pago de intereses de tarjetas de crédito y préstamos a fines del 2007 casi el doble de lo que gastaban en comida y ropa. En Reino Unido la deuda individual o familiar llegó a ser 165% del ingreso disponible (ingreso que queda luego del pago de impuestos). La deuda estatal, provincial/estadual, municipal, individual, hipotecaria, corporativa financiera y bancaria se suman y, si bien en un comienzo “apalancan” una economía y multiplican el crecimiento, a la larga terminan por restar si no se usan esas deudas para un fin productivo.
Según cifras de la consultora Mc Kinsey Global Institute, en 2009 la deuda total de Japón era de 471% de su PIB, la de Reino Unido 466% y la de EEUU apenas 300%. Para hacer frente al riesgo que el exceso de endeudamiento de los hogares representa para la economía y el sector bancario, los gobiernos pueden tomar medidas preventivas, tales como: políticas monetarias más restrictivas y normas prudenciales más estrictas, pero en ambos casos esto limita el crecimiento económico, por lo que los gobiernos tienden a hacer la vista gorda al respecto.
Según las últimas cifras del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, en EEUU el endeudamiento privado ha vuelto a incrementarse hasta niveles no vistos antes de la crisis de hipotecas subprime en 2008. La mayor confianza entre los norteamericanos ha llevado a que los hogares incrementen sus deudas hipotecarias, de tarjetas de crédito, de automóviles y de préstamos estudiantiles USD 241 mil millones en el cuarto trimestre del año pasado a un total de USD 11.52 billones (en su mayoría deudas hipotecarias). La morosidad está bajando en el segmento hipotecario, lo cual es positivo (a 5,0%).
En EEUU, General Motors pasó a ganar más con el otorgamiento de créditos para la adquisición de automóviles que con la misma venta de vehículos. Las empresas del sector real, productivo, empiezan a comportarse como empresas financieras. La misma General Motors estuvo en la venta de hipotecas de casas. Uno puede argumentar que prestar dinero para que le compren autos entra en la lógica productiva. Pero invertir en el mercado hipotecario es otra cosa, porque es un negocio totalmente satélite a su inversión productiva, realizado para obtener una ganancia a corto plazo y diversificarse.
En otro lado del mundo, los autos, los artículos de consumo de alta gama dinamizado por las preferencias de los consumidores por las marcas de lujo y el turismo actúan como sectores que traccionan el consumo privado en economías emergentes. Las economías asiáticas han resistido el golpe de la crisis mundial de 2008-2009 y el de la deuda soberana de la Eurozona gracias al dinamismo del consumo de sus hogares, en economías cada vez menos dependiente de las exportaciones y cada vez más del consumo. Desde 1995, el consumo per cápita se ha triplicado en China y se ha más que duplicado en India, un proceso que continuará en el largo plazo y que es fiel reflejo del avance de la clase media en Asia. El envejecimiento de la población y la rápida urbanización contribuyen a este incremento. El crecimiento sostenido del PBI es condición necesaria pero no suficiente para que los ingresos familiares aumenten, sino que además es un proceso que requiere de políticas estatales de apoyo al consumo.
El consumo en los países emergentes asiáticos refleja el desarrollo económico de la región y también del desarrollo y del acceso al crédito bancario. Reflejo de ello es que en Malasia, Corea del Sur, Singapur y Tailandia, el endeudamiento de los hogares era similar al de EEUU en términos relativos al PBI en la crisis subprime. En los EEUU al inicio de la crisis subprime, año 2007, el ratio era de 130%. Pero cuidado con el abuso de la deuda por los costos que implica en términos de servicios de la deuda más elevados: en 2012, el ratio de la deuda de los hogares sobre la renta disponible alcanzó 194% en Malasia, 166% en Corea del Sur, 134% en Singapur y 112% en Tailandia. La estructura de su deuda o el análisis cualitativo del endeudamiento también es motivo de análisis porque el porcentaje de hipotecas a tipo variable ha alcanzado el 10% en EEUU en 2009. Este ratio es de 55% en Corea del Sur, mucho más vulnerable a un escenario de suba de tasas de interés de mercado, un proceso que ya comenzó el año pasado.
Por otra parte, esta deuda excesiva, causada por un crédito demasiado dinámico, puede volver más vulnerables a los países emergentes a mediano plazo, con una financiación exterior volátil y la consiguiente fuga de capitales. Asimismo puede conducir a depreciaciones bruscas del tipo de cambio, como las observadas entre noviembre y enero pasado. En América Latina el sector bancario goza de muy buena salud no sólo por la creciente bancarización y crecimiento de sus economías, sino también por la menor competencia, regulación y concentración sectorial: a modo de ejemplo, Santander posee márgenes en Brasil y Chile muy superiores a los de países desarrollados. Brasil tiene 15% de los activos del Santander sus préstamos para consumo, empresas, etcétera, pero representa el 30% de sus utilidades mundiales. En países como Reino Unido es a la inversa. La falta de regulación y competencia les permite a los bancos obtener ganancias absurdamente altas, señaló Palma a BBC Mundo. En Perú el crédito se cuadruplicó en esos cinco años. En síntesis: el crédito potencia, aceita y dinamiza la economía, pero un exceso de deuda en el ingreso de los hogares se traduce en problemas mayores a largo plazo con una retracción en el consumo tal como podría darse nuevamente en los países desarrollados.