Por: Diego Rojas
Las formas de reaccionar ante las derrotas suelen mostrar ciertos aspectos del alma humana que, de otra manera, se mantendrían ocultos en lo recóndito. Es posible apreciarlo en los momentos más cotidianos de la existencia, desde el momento en que se pierde un partido de fúbol hasta cuando el equipo de preferencia de un hincha se va a “la B”. Cuando un niño sufre no haber ganado el juego que realizaba. Cuando una presidenta pierde una elección.
El domingo 11, luego de que se constatara que el Frente para la Victoria había perdido casi cinco millones de votos en las internas PASO desde la última elección, la presidenta Cristina Fernández brindó un deslucido discurso que se caracterizó por la confusión y la no admisión de la derrota. Se debe remarcar que tal resultado debía ser endilgado a la jefa del Poder Ejecutivo ya que ella misma se había puesto al frente de la campaña, en un intento de nacionalizar la elección. El miércoles por la tarde, ciertas cosas cambiaron. No todo cambio implica que se cambie para mejor.
En un acto en Tecnópolis, la presidenta realizó un encendido discurso, pronunció una rabiosa pieza de la oratoria. Con gesto de suficiencia, contó que se había enterado el día anterior de ciertos resultados electorales que, supuestamente, habían sido ocultados por la corporación mediática. “Ayer me enteré por primera vez que habíamos ganado en la Antártida. Esto es el ocultamiento”, señaló. El público aplaudía. El máximo poder del Estado celebraba haber regresado al triunfo en un distrito esquivo, según los anteriores comicios. Se debe conocer, de cualquier manera, que la rigurosa verdad indica que la primera autoridad nacional festejaba haber obtenido cuarenta y ocho votos en aquella región helada, lejana de toda lejanía.
La presidenta continuó. Inmediatamente después, pronunció estas palabras: “Acá lo diviso a Gildo Insfrán. Y esto va para propios y ajenos. En la Comunidad La Primavera, los qom, que no viven en la televisión o en la radio o en la Avenida de Mayo sino que viven en la comunidad La Primavera de Formosa, habían votado y habíamos ganado con el 66%. La verdad, Gildo, te lo hago como un reconocimiento ante tanta mentira. Parecía que el gobierno de la provincia de Formosa y nosotros, ya que él (la presidenta señaló a Insfrán) forma parte de nuestro espacio desde siempre, no queríamos a los qom. Pero los qom se pronunciaron”. Luego, al final de su discurso, Cristina Fernández mencionaría a los gobernadores y tendría la oportunidad de decir: “Gracias, Gildo”.
Varios medios reflejaron la respuesta de Félix Díaz a los dichos de la presidenta e incluso este cronista tuvo la oportunidad de dialogar con el cacique qom de La Primavera, cuyo mandato fue ratificado de manera unánime en junio de este año. Según el hiperultraoficialista diario Tiempo Argentino, en la comunidad La Primavera habían votado 684 ciudadanos: 494 por el FpV, 183 por el Frente Ampio Formoseño y 7 por el Partido Obrero. Varios datos pudieron desprenderse de la respuesta de Félix Díaz. Por un lado, el líder qom señaló que esos votos correspondían a criollos (así se llama en Formosa y Chaco a los habitantes no aborígenes), ya que los pobladores de la vecina localidad La Primavera habían sido convocados a votar en la escuela que se encuentra dentro de la comunidad aborigen “Poae Napocna Navogoh” (tal su nombre en lengua qom), mientras que los miembros de la comunidad habían debido votar en escuelas en parajes vecinos. También planteó que una parte importante de los qom de esa comunidad no poseen DNI y por lo tanto no pueden ejercer ciertos derechos ciudadanos. Es un viejo reclamo. En una entrevista publicada por la revista Ñ hace un mes, realizada por Sergio Serrichio, Díaz explicaba así el problema: “Se han hecho varios operativos de tramitación de DNI, pero están retenidos en Formosa capital. La mayoría de los hermanos sólo tienen constancia de trámite. Y hay todavía 16 personas indocumentadas, sin siquiera inscripción. Uno de los casos es mi nieto, de 13 años, que no tiene documento. Este es un reclamo de los indígenas en toda la Nación”. Por último, llamó la atención la exigua cantidad de votantes. En 2011, según el SERPAJ, había 1300 personas habilitadas para votar en la elección que definió a Félix Díaz como cacique, comicio en el que derrotó a Cristino Sanabria, representante de Gildo Insfrán. A esa cantidad, habría que sumarle los jóvenes de 16 años que podrían haber votado por primera vez. Según Díaz, hay más de dos mil personas habilitadas para votar. Sea cual sea el número, es bastante mayor en todos los casos a los 684 informados por Tiempo Argentino.
La presidenta agradeció a Gildo Insfrán, quien en noviembre de 2010 ordenó la represión sobre los qom que protestaban en la ruta 78 y provocó la muerte de Roberto López, miembro de la comunidad La Primavera y un policía y graves heridas a otros qom (Samuel Garcete, herido de bala, quedó paralítico y postrado en una silla de ruedas). Luego de la represión, la policía quemó, al más puro estilo estadounidense en Vietnam, las chozas de los qom lindantes con la ruta y realizó una cacería de los miembros de esa comunidad que protestaban. Félix Díaz debió refugiarse en la copa de un árbol en la que permaneció 15 horas. Al día siguiente, en una localidad cercana, un policía atropelló y mató a Mario López, activista qom. Los qom decidieron pedir que la presidenta Cristina Fernández los recibiera y se instalaron para eso en la avenida 9 de Julio y avenida de Mayo en Buenos Aires. En mayo de 2011, sin que la presidenta los hubiera recibido, fueron desalojados por una patota de La Cámpora comandada por Andrés “Cuervo” Larroque. Luego y por distintas causas, algunas de ellas muy dudosas, varios miembros de la comunidad La Primavera fallecieron de manera trágica.
El agradecimiento público de la máxima dignataria a Gildo Insfrán -un hombre que gobierna Formosa desde hace 18 años y cuyos modos se asemejan no ya a los del fascismo, sino a los de los antiguos y totalitarios monarcas asiáticos- se realizó bajo la admonición de hacerse “para propios y ajenos”, según señaló Cristina Fernández. Es decir, como una señal para la progresía kirchnerista que no ve con buenos ojos a Insfrán -aunque, es justo decirlo, los “progres” K, los biempensantes, siempre han resignado sus principios en pos de la gobernabilidad, es decir, de la alianza con todo tipo de gobernador feudalista o fascistizante kirchnerista-. Ante la hora de la derrota, Cristina Fernández dijo a los suyos: “Embloquémonos todavía más con estos, sí, aún con estos”.
“Gracias, Gildo”. Esas fueron las palabras que revelan, ante la derrota, el espíritu de la presidenta Cristina Fernández. Quizás pasó por alto dos datos relevantes de esta elección. Su aclamado Gildo perdió la elección en la capital formoseña, un síntoma más del clima de fin de época. Y en esa provincia, el Partido Obrero (que en Formosa representa al Frente de Izquierda) se convirtió en la tercera fuerza electoral con el 5,5% de los votos. Este ascenso de la izquierda forma parte de un fenómeno más general que provocó 900 mil votos hacia el Frente de Izquierda en todo el país y que se convirtiera en la cuarta fuerza política nacional, quedando con posibilidades concretas de ingresar una bancada al Congreso en octubre. La pérfida reacción de la presidenta ante la derrota y el ascenso de la izquierda en la Argentina deben ser señalados como síntomas de este inicio del postkirchnerismo, etapa intensa que deberá desenvolver la sociedad.