Por: Jorge Castañeda
Las protestas en Brasil contra el alza del precio del transporte, el sobregasto para el Mundial, los Juegos Olímpicos y la corrupción generalizada han llevado a un gobierno sensible a buscar respuestas novedosas. No todas han prosperado; la mayoría de los legisladores rechazaron la propuesta de Dilma Rousseff de celebrar un referéndum sobre una reforma política. Otra de las ideas principales, el programa llamado “Mais Médicos”, ha suscitado controversias por varias razones, entre ellas el trabajo obligatorio, la no especialización y el enviar a miles de galenos a zonas lejanas sin su consentimiento.
Uno de los aspectos más interesantes, aunque no el más importante, de esta propuesta de expandir los servicios de salud en Brasil ha sido la de importar entre 6 y 13 mil médicos del extranjero. Brasil padece un déficit serio en esta materia: un médico para mil habitantes, mientras que Argentina tiene 3,2 y México 2. Desde el mes de mayo, antes de las protestas callejeras, el gobierno anunció que negociaba con Cuba un acuerdo para traer aproximadamente 6 mil médicos de la isla. Poco después, el ministro de Salud, miembro del partido gobernante de izquierda, aliado cercano del régimen cubano, declaró que no prosperó esa idea, ya que “descartamos buscar médicos cuyo tiempo de formación no sea reconocido en nuestro país, como ocurre con la Escuela Latinoamericana de Medicina en Cuba”.
Poco después, el Consejo Federal de Medicina de Brasil manifestó su oposición a importar médicos cubanos, por razones estrictamente técnicas: “Cuba gradúa médicos en escala industrial con formación incompleta [...] según los parámetros de Brasil, los cubanos no podrían siquiera realizar procedimientos banales, como una traqueotomía”. Cuando a finales de junio se relanzó la propuesta de traer médicos del extranjero, el gobierno de Rousseff intensificó sus negociaciones con España, Portugal y Argentina, y descartó a los cubanos.
El relato más preciso de esta discusión apareció en el principal diario de Brasil, Folha de Sao Paulo, que informó el 8 de julio: “Brasil paralizó las negociaciones con Cuba para traer 6 mil médicos cubanos [...] y debe lanzar en esta semana un programa para atraer profesionales extranjeros tratando a España y Portugal como países ‘prioritarios’ [...] El Ministerio de Salud informa que decidió atraer médicos como ‘personas físicas’, individuales, y no considerar la oferta de un contingente entero hecho por el gobierno cubano, en el modelo vigente en Venezuela [...] De esta manera, el ministerio evita abrir un flanco de críticas en la implementación de un programa que de por sí tiene críticas [...] Hay motivos para recular. Más allá de la sensibilidad del régimen de Cuba -aliado del gobierno y del PT y blanco de los conservadores-, el motivo principal es que las misiones cubanas son aclamadas por el trabajo humanitario, como en Haití, pero no escapan de críticas de activistas de derechos humanos [...] En el modelo de Venezuela, Cuba funciona como una empresa que subcontrata y proporciona profesionales. El gobierno contratante le paga a La Habana por los servicios y los médicos sólo reciben una parte [...] La regla disciplinaria en Venezuela, vigente en 2010, incluye pedir autorización para pernoctar fuera, y la obligación de informar sobre citas galantes [...] ‘No vislumbro esa solución para Brasil. No es compatible con las leyes del trabajo brasileñas y la Constitución’, dijo el procurador general del Ministerio Público del Trabajo, José de Lima Ramos Pereira [...] El que se haya desistido Brasil es un revés para La Habana, para quien el envío de los médicos al exterior es su mayor fuente de divisas y desea ampliarla…”.
La revolución cubana mejoró la salud de la isla por lo menos hasta finales de los ochenta. Otra cosa es la supuesta excelencia de los médicos cubanos en comparación con otros. Y sobre todo, otra cosa es la manera en que el castrismo los “exporta”, los “alquila” o los “vende”. Según dicen las autoridades de un país muy amigo de Cuba.