La campaña política de la Concertación ha sido accidentada. No es la hora de discutir sobre lo que ha ocurrido sino tratar de rescatar una buena idea política, que sin duda nos alienta a defender la posibilidad de un cambio en la Intendencia montevideana.
La necesidad de ese cambio parece cada día más acuciante. Son 25 años de mediocridad, de impuestos acrecidos y de nada que permita redimir una administración penosa. La limpieza nunca pudo resolverse, los pavimentos son un desastre, el abandono de los barrios pobres es alarmante, el tránsito caótico y no solo sin soluciones sino con desastres como el corredor Garzón y suma y sigue. En 25 años, apenas han continuado lo que venía de atrás, ya financiado, como el saneamiento y pocas cosas más. Los más de 600 millones de dólares que cada año ponemos los montevideanos en las arcas municipales, no reciben una mínima contrapartida.
Es la hora entonces de cambiar. Por los penosos resultados y por el estilo político de gobernar, por su autoritarismo, por su exclusivismo político, por el abuso de cargos políticos y de falta de respeto por la administración profesional, por el colectivismo populista que caracteriza a todo el Frente Amplio y que está —como pensamiento y reflejo— detrás de sus decisiones.
Frente a esa administración, está la Concertación, donde se suman votos colorados, blancos e independientes.
Los colorados, naturalmente, votamos al candidato colorado. Es una figura nueva, de las que procuramos atraer a la vida política para seguir alentando el proceso de renovación que nuestro partido necesita. Es un abogado joven, entusiasta, que plantea un programa muy bien pensado, con un excelente equipo técnico.
Hay correligionarios que han emprendido otros caminos. Desde el respeto de siempre, les decimos que se equivocan y sería deseable que recapacitaran para entender que deben votar a nuestro candidato. Los que adentro de la Concertación buscan otras opciones, si la motivación principal es promover un cambio, la opción colorada es tan válida como la más valida de las demás, ya que todas suman voluntades para ese lema circunstancial. El Partido Colorado tiene que tener presencia y contribuir. No es posible que no comprendamos la necesidad de apoyarlo, precisamente porque se pasa un difícil momento, porque tenemos que superarlo para encender nuevamente la llama batllista.
Aun más grave es el error de quienes creen que apoyando a Daniel Martínez, evitan el mal menor de la señora Topolansky. Realmente no advierten que ésta posee una elevada chance de ganar, a la que contribuirían involuntariamente, y que —aún en la otra hipótesis— han de saber que una Intendencia frentista, cualquiera fuere su titular, seguirá el mismo trillo de hoy. Y que el Ing. Martínez estará absolutamente condicionado por el grupo del MPP y la propia señora Topolansky. Políticamente es así. El Presidente Vázquez puede sortear, con mucha dificultad pero más o menos sortear, los obstáculos que le pone el ex Presidente Mujica; el Ing. Martínez no tendrá la menor posibilidad frente al condicionamiento permanente que la impondrá el MPP. Es imposible no advertirlo.
Hay otro riesgo incluso peor: quienes creen que votando al Ing. Martínez le podrían cerrar el paso a la señora Topolansky podrían, si son muchos, darle al Frente Amplio una bancada de más de 20 ediles. Ello supondría que el Frente Amplio, por sí solo, podría cambiarle el nombre a todas las calles, plazas y parques de Montevideo, contraer empréstitos y bloquear cualquier llamado a sala. En suma, un gobierno absoluto, sin contrapeso efectivo alguno.
Sabemos que la candidatura colorada arrancó tarde, con un candidato que, por nuevo y renovador, no es suficientemente conocido. Que sus medios económicos son mínimos y, como consecuencia, escasa su presencia publicitaria. Lo sabemos. Pero también sabemos que hay mucha gente, como nosotros, que cree en lo que significan el Partido Colorado y el Batllismo, que sigue queriendo a un Montevideo que construyó como ciudad el Batllismo, que alienta la esperanza cierta de que el Partido se recuperará del mal resultado de la última elección. Cuando se advierte, como estos días, la matriz totalitaria de un Frente Amplio, que sale a la calle a defender la dictadura venezolana y la prisión de los líderes opositores, más que nunca sentimos el compromiso batllista por la libertad y la justicia.
Estas son nuestras razones, cada día más claras, para acompañar en Montevideo al candidato colorado. Esperemos que así se entienda.