Por: Leandro Querido
Lo que a primera vista pareció ser un acto de desprolijidad terminó siendo, en realidad, una estrategia deliberada.
En Salta la Boleta Única Electrónica (BUE) se implementó con tiempo, de modo planificado, con la participación activa de todas las fuerzas políticas con representación en la Legislatura, como una verdadera política de Estado.
En la ciudad de Buenos Aires, por el contrario, todo fue desordenado. Las idas y venidas del Gobierno de la ciudad generaron desconcierto en las autoridades electorales, en los partidos y en los frentes políticos, en la ciudadanía y hasta en la misma empresa que desarrolla la BUE.
Hubo tiempo para hacer las cosas bien, pero esa no era la idea.
Se dijo en un principio que el nuevo sistema de votación se aplicaría en las PASO. Esto no solo no fue así, sino que se convocó únicamente a la Defensoría del Pueblo de la Ciudad para realizar un simulacro muy poco serio en el que se advirtió un uso proselitista del sistema.
Un porcentaje significativo de electores llegó el domingo 5 de julio sin saber en qué consistía la BUE. Habrá que estudiar si el efecto buscado pasó por generar confusión en el electorado para que este simplifique su tarea frente a la máquina al votar por lista completa.
No obstante, el proceso electoral salió airoso por dos motivos puntuales: por las 14 mil autoridades de mesa muy bien capacitadas por la Justicia y por la accesibilidad del nuevo sistema de votación conocido como BUE.
El Tribunal Superior de Justicia (TSJ) ha tenido un papel polémico en un reciente fallo ante un planteo de la lista Energía Ciudadana Organizada (ECO), que lleva la candidatura de Martín Lousteau, sobre la configuración de la pantalla de la BUE en el balotaje del 19 de julio.
En un pedido insólito, el apoderado del PRO solicitó dividir en tres la pantalla y así presentar al voto en blanco como una opción con el mismo nivel de visibilidad que las otras opciones afirmativas. Como no podía ser de otra manera, esto generó el rechazo de ECO.
El diseño de la pantalla es una instancia clave del proceso electoral que no puede quedar a merced de planteos coyunturales a partir de los resultados que se han dado en las generales. El TSJ en la Acordada 17 aprobó el diseño de pantalla y tanto la lógica como los antecedentes en la materia (en Salta nunca se dio una situación similar) indicaban que el voto blanco debía mantenerse la ubicación en la pantalla que tuvo en las elecciones del 5 de julio.
Sin embargo, en un fallo dividido (3 votos contra 2), el TSJ dio lugar en parte al planteo del PRO y le otorgó al voto en blanco ni más ni menos que el 20 % de la pantalla, y además, lo ubicó en la parte inferior de la pantalla en toda su extensión. Esta suerte de barra espaciadora en la práctica podría transformarse en el aliado ideal de la campaña del PRO por inducir al voto en blanco.
Este fallo dará lugar a un recurso extraordinario que llegará a la Corte Suprema de Justicia. La problemática de la equidad electoral será tratada por la máxima autoridad judicial de nuestro país, aunque lamentablemente no habrá una respuesta concreta de cara a las elecciones del 19 de julio. Sin embargo, quizá sirva para que en el futuro no se produzcan cambios en las reglas electorales con la intención de beneficiar a los partidos de gobierno y así lesionar la noción de elecciones íntegras, transparentes y equitativas.