Por: Mariano Carpineti
Días atrás el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y aspirante a la presidencia de la Nación abrió un gran debate entre los candidatos, analistas de mercado y economistas sobre el futuro del tipo de cambio y como éste podría evolucionar luego de la eliminación del cepo. La frase, acertada o desacertada dependiendo de quien la mire, no hizo más que traer a la luz el futuro del cepo cambiario y el futuro del dólar.
Muchos economistas intentaron a partir de ese dicho realizar predicciones sobre lo que pasaría y como esto impactaría en una alicaída economía y sobre todo cómo impactaría esto en el ciudadano a pie. Se habló desde mega-devaluación y pérdida de reservas, hasta que el Cepo no se podía sacar en forma casi inmediata (primer semestre de 2016) como el Jefe de Gobierno sugirió. Queda aclarar que lo que si se descuenta es el 11 de diciembre de 2015 como fecha para eliminar el Cepo, algo que a todas luces es del orden de lo imposible.
La mayoría de los analistas de mercado y economistas sugirieron, que de tomarse una medida abrupta como la que se sugirió, el tipo de cambio se devaluaría abruptamente y como consecuencia de esto se generaría una fuerte caída de reservas las cuales el Banco Central hoy no tiene. De ahí, que muchos analistas de mercado sostenían, que esto era impracticable en el cortísimo plazo, ya que cualquiera sea la vía que se utilice para tener estas reservas, llevaría un tiempo prudencial hacerse de esas reservas.
Y entonces, ¿es posible salir del cepo cambiario? ¿Cual es la vía para hacerlo?
Parece haber una unanimidad entre los economista que es necesario salir del cepo cambiario y en salir del default para devolverle a la economía el dinamismo que necesita para volver a la senda del crecimiento económico. Como consecuencia, la discusión no pasa por si se debe o no eliminar el cepo, si no, en elegir el mejor camino y el que menos efectos secundarios traiga.
Acá se distinguen entonces a priori dos grandes caminos, uno el del gradualismo económico y el otro, el del Shock económico. Ambos planes tienen sus ventajas y desventajas.
Si se optase por la vía del gradualismo, tendríamos una Argentina que a partir del próximo año comenzaría a desarmar lentamente las diferentes distorsiones que enfrenta a nivel económico, algunas de estas podrían ser, cepo cambiaria, default, inflación e impuesto a las Ganancias. Sin embargo, generar la vía del gradualismo en un mundo altamente dinámico y competitivo, dejaría al próximo gobierno atrapado en la coyuntura actual, algo que lentamente limará el capital político obtenido en las próximas elecciones. Cabe resaltar que los agentes económicos ya están generando expectativas sobre el próximo ciclo económico y el común denominador es que entienden que el próximo ciclo económico va a ser diametralmente distinto a éste. Sin duda, optar por el gradualismo para eliminar el Cepo, no sería la mejor forma de hacerlo a mi entender.
Ahora si por el contrario, se optara por una política de shock, en un mundo altamente líquido gracias a las bajísimas tasas de interés internacionales y en un mundo con inversores ávidos de reciclar dólares que está dando vueltas por el mundo buscando mejores rendimientos, podría ser la base para volver a la senda de crecimiento económica rápidamente. Como dijimos anteriormente, los agentes económicos en la actualidad ya entienden que el próximo año el ciclo económico va a cambiar, es decir ya esperan una política de shock que genere un fuerte repunte de la economía. A mi entender, no hacerlo es un grave error.
Ahora, para que esta política de shock sea eficiente, no solo se debe plantear la eliminación del cepo. Si no que sería necesario que se acompañase de un cambio global, agresivo y simultáneo con medidas pro-mercado, y además de esto, es necesario acentuar las expectativas de cambio que hoy el mercado ya tiene. De generarse un plan coherente podría extrañamente ocasionar hacia mitad del 2016 un círculo virtuoso de apreciación cambiaria e incremento de reservas en lugar de las ideas pesimista que algunos economistas tienen.
En conclusión, podemos decir que el 2015 es un año en donde a pesar de la coyuntura de corto plazo, los argentinos comenzaron a imaginar el ciclo que se viene. La liberación del cepo es una condición indispensable para generar un rebote de la economía real.
La disyuntiva entonces pasa por definir si el cambio lo queremos rápido o lento. No obstante, no alcanzará con medidas estrictamente económicas. La decisión política deberá ser muy fuerte para lograr la eliminación de las distorsiones que hoy ahogan el crecimiento económico y para esto, es necesaria la formulación de un plan económico que proponga un cambio global, agresivo y simultáneo.