Cristina lo hizo

Walter Schmidt

Al parecer, el plan falló. A la luz de lo ocurrido en las elecciones presidenciales, la estrategia de Cristina Fernández era que su candidato, Daniel Scioli, no llegara a la Casa Rosada. Pero sí conservar cierto poder y albergar a la masa de jóvenes kirchneristas leales en la provincia de Buenos Aires bajo una gobernación de Aníbal Fernández.

De seguro no era la idea original pero, posiblemente, la propia Cristina, líder del kirchnerismo, le haya puesto fecha de vencimiento a esa corriente que gobernó durante 12 años la Argentina.

¿Por qué puede afirmarse que nunca quiso que ganara Scioli? En términos políticos es muy fácil argumentarlo. Un líder político da forma a una estrategia por lo menos un año antes de los comicios. Si el objetivo era “Scioli Presidente”, hubiera encolumnado “a todos y a todas” detrás de su candidato, respetando el manual del peronismo hubiera puesto como candidato a gobernador bonaerense al dirigente que más midiera, y hubiera diseñado con su “heredero” una estrategia de campaña –juntos, peleados, distanciados, etc- para asegurar el triunfo. Nada de eso hizo Cristina Fernández.

Cristina lo hizo. La mariscal de la derrota perdió por 2,68 puntos el ballottage. Pero no sólo permitió la victoria de Mauricio Macri sino que encaminó al Frente para la Victoria hacia su disolución, mas allá de los cánticos y el ruido que puedan hacer 30 ó 40 muchachos y muchachas de La Cámpora en el Congreso Nacional, que están muy lejos de ser un factor de poder como en estos años. En dos años habrá elecciones legislativas nuevamente, y si al gobierno de Macri le van más o menos bien, y el Peronismo replantea su perfil, sacándose de encima la mochila K, ese número de camporistas disminuirá y así sucesivamente.

“Destruiste todo lo que construyó Néstor”, le susurró a la Presidenta saliente un empresario patagónico, desde su lecho.

Es inevitable no comparar cómo empezó este kirchnerismo y cómo termina. Néstor Kirchner renovó la Corte Suprema y le dio una impronta independiente, heterógenea y de intelectualidad pocas veces visto en el Alto Tribunal. Cristina se va luego de intentar hacer renunciar a Carlos Fayt y de nombrar para los reemplazos en la Corte a nombres afines y muy devaluados para ocupar una silla de ese tamaño.

Néstor intentó meter mano en el sindicalismo pero finalmente se asoció con Hugo Moyano, que le garantizaba un brazo gremial, del ala más peronista y no tan conservadora como “los gordos”. Cristina obligó a Moyano a romper con el gobierno, y ahora el camionero es el principal aliado de Macri.

Cuando allá por el 2006 el ex Presidente decidió que Scioli fuera su candidato a gobernador bonaerense, porque Macri amenazaba con ir por la provincia, lo hizo porque Scioli era el que más medía. Cristina, en cambio, convirtió de la nada a candidato a Aníbal Fernández, quien más rechazo generaba en la sociedad y las urnas hablaron en ese sentido a favor de María Eugenia Vidal.

Cuando murió Néstor Kirchner las reservas rondaba los 50 mil millones de dólares, y el dólar –sin cepo- costaba unos 4 pesos. Cristina termina su mandato con reservas por unos 26 mil millones pero “cash” sería muchísimo menos, en tanto el dólar blue cotiza amas de 14 pesos.

No es que ahora Néstor Kirchner es el dirigente bueno y su esposa, la villana de la película. La diferencia es que el santacruceño conducía, esto es, definía estrategias a largo, mediano y corto plazo; no se desatendía al PJ nacional, el núcleo del oficialismo; premiaba y castigaba, estaba al tanto de todo. Cristina, en cambio, pasaba semanas sin hablar con algunos de sus ministros. Ni hablar con gobernadores, intendentes, legisladores. Apenas aparecía dos veces por semana para dar un largo discurso y algunas videoconferencias. Pero eso no fue suficiente.

El conflicto por el traspaso presidencial no es más que un signo del fin de ciclo kirchnerista. Cristina Fernández se niega a salir de la Casa Rosada como una ex, como una ciudadana más. Cree que dejar la sede de Balcarce 50 como Jefa de Estado es más importante que respetar la convivencia con quien el pueblo ha elegido para que ocupe la primera magistratura.

¿No comprende Cristina que este tipo de actitudes no hace más que acortar la vida útil del kirchnerismo? ¿No se ha percatado de que “el relato” empieza a ser cuestionado, muchas veces justa y en ocasiones injustamente, pero que la sociedad ha decidido dejar atrás  la década K?

La falta de tacto de la Presidenta, provoca que un gran número de los argentinos sólo rueguen que se vaya y deje el camino libre para el nuevo gobierno, que viene con altísimas expectativas y promesas que cumplir.

¿Se habrá asegurado Cristina algún tipo de “protección” que no la obligue a ella y a los suyos a recorrer los tribunales durante el 2016? Tal vez. Aunque no sería una sorpresa que tampoco ese aspecto haya tenido en cuenta, inmersa en un clima de epopeya que, en realidad, se asemeja más a un triste final.