Por: Darío Epstein
Existen varios motivos por los cuales el Gobierno chino decidió mover la cotización de su moneda:
1) Tratar de despegarse de la apreciación del dólar, que ha sido muy fuerte contra todas las monedas en el último año,
2) Intentar evitar una mayor desaceleración de su economía,
3) Afianzar su liderazgo geopolítico a través de la integración del yuan en la canasta de monedas del FMI, conocido como los derechos especiales de giro (SDR, por sus siglas en inglés).
China creció en 2014 a una tasa de 7,4 %, anotando de esta forma su peor resultado en casi 25 años. Durante el primer semestre de este año, la expansión de la economía china se ubicó en 7 %, lo que reafirma la tendencia a la desaceleración.
La producción industrial, la inversión y las ventas minoristas de julio quedaron por debajo de lo esperado por el mercado, mientras que los últimos datos de las exportaciones mostraron que las ventas de productos chinos cayeron 8,3 % el mes pasado, el mayor descenso en cuatro meses.
En los últimos días, el Banco Central de China (PBOC) modificó su paridad frente al dólar, habilitando una depreciación del yuan superior al 3 %.
Esta es la mayor devaluación desde que China estableció en 1994 el sistema actual de flotación de la moneda. En aquella oportunidad, el gigante asiático se ubicaba como la octava economía global. Actualmente, el país es la segunda mayor potencia mundial.
La nueva política del PBOC está generando preocupación en los mercados financieros, ya que la inestabilidad en el mercado de divisas se está trasladando a las principales bolsas mundiales ante una posible guerra de monedas a nivel general.
Oficialmente, el PBOC afirmó que esta medida forma parte de una reforma del sistema cambiario que tiene por fin acercarlo más al mercado. El Gobierno chino mantiene un estricto control del precio de la moneda, pero ha realizado varias promesas que van a liberalizar el mercado.
Este cambio se produce en medio de las especulaciones sobre la posibilidad de que China esté preparando una ampliación de la banda de flotación, dentro de la cual permitiría que la moneda opere 2 % por encima o por debajo de la referencia.
Estimaciones privadas proyectan nuevas caídas en el yuan que podrían llegar hasta 5 % en los próximos meses. Sin embargo, la máxima autoridad monetaria desestimó la posibilidad de que haya una devaluación continua de la divisa y afirmó que la cotización de su moneda está dentro de parámetros normales.
Ganadores y perdedores
Entre los países más afectados por las medidas tomadas por el PBOC se encuentran aquellos socios comerciales más activos de China y Hong Kong: en primer lugar está Brasil, seguido de Australia y Corea del Sur, ya que estos países destinan más del 20 % del total de sus exportaciones al gigante asiático.
En Europa y Estados Unidos la decisión de las autoridades monetarias chinas fue acompañada por una caída en los índices bursátiles, liderados por las compañías que más exportan a China. Las automotrices, las compañías tecnológicas y los fabricantes de artículos de lujo son los más perjudicados, dado que China es uno de sus principales destinos.
También se han visto afectadas las acciones del sector financiero, ya que los movimientos actuales podrían retrasar la suba de tasas de interés de la FED.
En Europa distintos analistas alertaron que la devaluación podría presionar aún más la inflación a la baja, y aunque es todavía muy pronto, se especula con que el Banco Central Europeo podría extender su programa de recompra de activos más allá de 2016.
En Asia, sus vecinos, en especial Corea del Sur, Singapur y Taiwán, perderán competitividad, por lo que podrían verse forzados, también, a tocar el valor de sus monedas para relanzar sus exportaciones.
Distinto es el caso de América Latina, donde la mayoría de los países exporta materias primas. La fortaleza del dólar, que encarece sus importaciones, y la caída en la demanda de sus productos de origen primario repercutirían fuertemente sobre sus cuentas fiscales.
Ante el temor a una desaceleración mayor por parte de China, el petróleo ha ajustado posiciones a la baja, llevando al petróleo West Texas Intermediate (WTI) hacia la zona de los 43 dólares. Si bien la depreciación de la moneda china busca impulsar nuevamente el crecimiento económico del país, el movimiento inmediato demuestra que el crecimiento está frenado y, en consecuencia, el efecto sobre los precios del petróleo ha sido negativo. Como contrapartida, el crudo se ubica cerca de su mínimo de 2015 y cerca de los valores de principios de 2009, en medio de la crisis financiera global.
Para los metales industriales, los movimientos recientes han sido dispares. El cobre y el hierro se han visto definitivamente influidos negativamente (el cobre se ubica sobre su mínimo de 2009). Sin embargo, los embarques de acero y aluminio probablemente continuarán creciendo, dado que China es un exportador neto de estos metales.
En cuanto al oro, ha logrado sortear la devaluación del yuan, registrando subas en las ruedas posteriores al movimiento de la divisa. Evidentemente, los inversores están comprando ante la expectativa de una apreciación del oro en moneda local, mientras que las compras “refugio” estarían proporcionado un mayor apoyo.
El Gobierno chino está intentando afirmar el papel de liderazgo geopolítico de su país y para ello es necesario que el yuan sea tomado como moneda de reserva, como lo son el dólar y el euro, que tienen alcance y utilidad más allá de las fronteras donde funcionan como moneda nacional. China busca que el yuan tenga la misma influencia en el comercio y en las finanzas mundiales que tienen estas monedas, especialmente en Asia.
La semana pasada, la presidente del FMI, Christine Lagarde, afirmó que el yuan debe ser una moneda “más libre de uso”. En este sentido, la devaluación del martes es el primer paso en esa dirección.
Sin embargo, la liberalización de la moneda, que ayudará a los exportadores, significará mayor inflación y creará una carga extra para aquellas empresas que tengan deudas en dólares.
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