Promediaba el segundo mandato del Presidente George W. Bush, y su gobierno, caracterizado por tener más que estrechas relaciones con Israel, entraba en un áspero debate con el gobierno hebreo. El motivo: la exigencia de Washington de elecciones libres e inmediatas en los Territorios Palestinos y en especial en la Franja de Gaza. A los pocos meses, el resultado fue la victoria electoral de la organización Hamas, grupo sunita fundamentalista pero aun así con estrechas relaciones con el régimen chiíta de Irán y con la Siria de Al Assad. El mismo, firme aliado de los persas y de Hezbollah en el Líbano.
Las milicias de Hamas ya eran identificadas por Israel como dotadas de capacidades de emprender acciones de guerrilla, terrorismo y guerra asimétrica. Para ello, comenzaban a contar con centenares y luego miles de cohetes. Para el año 2014, los medios especializados calculaban que, pese a las férreas operaciones militares llevadas a cabo por las fuerzas israelies a fines del 2008 bajo el nombre “Plomo fundido”, el arsenal de Hamas llegaba a 10 mil cohetes de los cuales varios cientos con alcances de hasta 150 km. Para las distancias en esa región del mundo, seria como contar en América Latina con vectores de 1500 km de alcance. El origen de los cohetes de mayor radio y poder explosivo sería básicamente Siria e Irán.
Tanto en el 2008 y 2009 como ahora, Israel puso en plenas operaciones una maravilla tecnológica como lo constituye el sistema de interceptación de cohetes “cúpula de hierro”. Un proyecto iniciado desde fines de los 90 con la colaboración económica y tecnológica de los EEUU. Si bien los datos son muchas veces restringidos, se estima que entre el 80 y el 85 porciento de los lanzamientos desde Gaza son interceptados. La “cúpula de hierro” tiene la capacidad de calcular las trayectorias de los cohetes y determinar si los mismos caerán en zonas desérticas o en el mar, evitando el uso de uno o más misiles para derribarlos.
El gobierno israelí procedió en estas semanas a combinar ataques aéreos con uso de aviones, helicópteros y drones así como la incursión de grupos de paracaidista y la afamada División Golani a una franja de unos pocos kilómetros dentro de Gaza. La intención, neutralizar la cadena de túneles y accesos de Hamas. Los combates ha sido férreos y para el 26 de Julio, los soldados muertos en las filas de Israel alcanzaban los 37. Un número por demás impactante si se lo compara con anteriores conflictos y operaciones en la misma Gaza y el Líbano.
Mas allá de la evolución puntual de la operación, que entraría próximamente en una nueva fase terrestre más profunda, pero siempre evitando la total invasión, todo se viene desarrollando en un marco estratégico y de mediano y largo plazo que debe ser considerado:
- Hamas es un caso crecientemente excepcional de una organización basada en el fundamentalismo islámico de orientación sunita que mantiene alianzas políticas y militares con potencias chiitas y alawitas (minoría religiosa dentro de Siria que controla el país de la mano de los Assad desde fines de los 60). En un contexto de guerras civiles entre los sunitas de Siria contra el régimen de Damasco y de los fundamentalistas también sunitas del ISIS que se oponen a la hegemonía chiita en Irak. Ello, complementado por el creciente accionar de grupos ultrarreligiosos armados sunitas en el Líbano contra los chiitas de Hezbollah y las facciones vinculadas a Irán y Siria.
- Irán esta en pleno proceso de negociación con los EEUU, Europa Occidental, Rusia y China para formalizar su decisión de resignar el acceso formal a armamento nuclear. Los primeros pasos en ese sentido se dieron en julio y se espera que se concreten antes de noviembre. De ser así, un foco clave de tensión de Washington con Teheran se moderará.
- El ascenso político-religioso y militar de las milicias fundamentalista sunitas del ISIS en Siria y en especial en Irak, han aparecido como un desafío a la estabilidad del gobierno chiita de Bagdad que tiene como principales respaldos a EEUU e Irán.
- Las principales monarquías del Golfo, sunitas en su casi totalidad, tienen buenas relaciones con Hamas pero al mismo tiempo están enfrentadas con Irán y Siria y más aun a partir de la guerra civil para desplazar a Assad.
- El petróleo, un factor estratégico siempre clave para la presencia de los EEUU en el Medio Oriente se encuentra en plena reconfiguración a partir de la expansión en la producción del shale petróleo y el shale gas en el territorio de la superpotencia y los nuevos contratos y oleoductos con Canadá y las reformas y modernizaciones que se propone desarrollar el gobierno mejicano en la materia. No casualmente en los últimos años, China paso al primer lugar en los importadores de crudo desde Arabia Saudita en lugar de los EEUU.
- La guerra civil en Siria ha obligado a este “enemigo previsible” e histórico de Israel a consumir sus fuerzas en sobrevivir más que en aguijonear y conspirar contra Israel. Algo parecido enfrenta la milicia chiita libanesa, financiada por Teheran y Damasco, de Hezbollah. En los últimos años viene recibiendo cucharadas de su propia medicina. Organizaciones sunitas fundamentalista como Al Qaeda y el mismo ISIS han procedido a realizar ataques terroristas contra personalidades, barrios e instalaciones de Hezbollah. A ello, cabe agregar el envío de combatientes de esta organización a Siria para defender a Assad y ahora a Irak para evitar el colapso del gobierno pro americano y pro irani en Bagdad.
- Por último, pero no por ello menos importante, el siempre clave Egipto ha dado por terminada la denominada “primavera árabe” que llevo al poder en elecciones a la “hermandad musulmana”. Un partido sunita y fundamentalista con estrechos lazos con Hamas. Los militares han retomado al poder y no han dudado en encarcelar y ejecutar a dirigentes opositores con posturas más extremas. Sumado a ello, en la península del Sinaí, zona que separa a Israel y Gaza del suelo de Egipto, han comenzado a operar organizaciones armadas pro Al Qaeda que no han dudado en enfrentar a sangre y fuego a las fuerzas del Cairo.
A manera de conclusión, la dirigencia política y social israelí enfrenta la necesidad de repensar sin duda algunos de los parámetros estratégicos que han guiado al Estado hebreo las últimas largas décadas. Ejercicio nada simple, dado que en el listado anterior, obviamente incompleto, se combinan factores que redimensionan la relevancia de Israel para los EEUU y al mismo tiempo otros que más que complejizan los márgenes de maniobra del eje Iran-Siria-Hezbollah enemigos declarado de los hebreos. Los próximos meses y años, mostrarán de manera más nítida hacia donde se termina inclinando la balanza. Sea ello un escenario de mayores riesgos e incertidumbres u otro que le permita encarar, con las espaldas más seguras, un proceso definitivo y a gran escala para dar por cerrada, usando política, finanzas, respaldos internacionales y paciencia, la problemática con los palestinos y evitar tensiones con la creciente población árabe israelí.