Geopolítica de la vida

Walter Habiague

Instalar el derecho al aborto como un “tema de debate” configura desde ya un empobrecimiento del debate mismo. 

La protección de la vida humana es superior a cualquier otro interés, coyuntura o pauta cultural.

La más amplia defensa de la vida debe ser es un objetivo primario porque nuestra vida tiene una dimensión que nos precede y nos excede, nos trasciende como individuos hacia el conjunto y hacia lo divino.

La vida y su dignidad no son derechos sino la condición necesaria para el ejercicio de los mismos. Acotar la vida a un enunciado jurídico es relativizar su valor y por eso mismo.

No podemos abordar una discusión sobre conveniencias, derechos y metodologías para cesar la vida. La vida es indiscutible. La discusión cabal debe ser sobre su protección íntegra. La discusión debe ser planteada tomando como base la relación inalienable entre vida y dignidad humanas.

Hay que quitar de la agenda política los conceptos de vida humana y dignidad para salvaguardarlos, y poner si en debate todos los aspectos que se desagregan de ellos, como por ejemplo la relación del Estado con la vida de los argentinos.

Si el Estado, además de ser incapaz de proteger la vida, pone en tela de juicio su dignidad, nunca vamos a dejar de discutir una obviedad. Si en cambio damos por sentado la inviolabilidad de la vida humana, podemos entonces avanzar en la comprensión de los detalles que se esconden detrás de esta carrera permanente por la elemental subsistencia.

Nos distraen con lo imprescindible (la vida) para que no aspiremos a lo que ya es nuestro (la dignidad que subyace).

Mientras el Estado Nacional se desentienda livianamente de la vida de los argentinos incurrirá en una irresponsabilidad demográfica (emigración, aborto, inseguridad) que tiene proyecciones morales (eugenesia) y geopolíticas (recursos).

El precio que se paga por favores coyunturales.

Hoy nuestro país no tiene peso regional y mucho menos mundial y esto tiene que ver en gran medida con la planificada desertificación moral de nuestro pueblo y con la relativización de la vida argentina.

 

La duda y la vergüenza

Dejar de ser una Nación y refugiarse en ser solo Patria, puede no ser un paso mal dado. Pero pasar de ser Patria a ser un simple Territorio, es casi irreversible, como la desertificación. Irreversible como renunciar a ser persona humana y contentarse con ser un individuo.

Si todo es discutible, ninguna conclusión será nunca digna. Si toda la historia estuvo mal, entonces  está mal lo que somos hoy.  Así se instala la vergüenza en un pueblo. Los oportunos revisionistas oficiales generan así un síndrome de alienación parental a gran escala.

Es responsabilidad de los dirigentes que pretendan ser conductores recuperar el orgullo de ser argentinos, quitar la vida del pueblo del tapete de negociaciones, dejar lo elemental de la subsistencia asegurado y así desatar a La Argentina hacia el paso a paso del lento camino ascendente.