Por: Carlos Arbia
Con la salida de “El Garante” se abre la compuerta para que aumente aun más la inflación y siga subiendo el dólar paralelo. Pero el problema es la suba del la inflación y del dólar y no el presidente del BCRA.
En la medida en que el Gobierno no reconozca el principal problema que tiene es bajar la inflación, es probable que Juan Carlos Fábrega no sea el último presidente del Banco Central de la República Argentina (BCRA) que echa la presidente Cristina Fernández de Kirchner con el acuerdo del ministro de Economía Axel Kicillof. Además Fábrega era reconocido tanto en el ambiente empresarial como en el sistema financiero como una especie de “Garante” que frenaba a Kicillof en su intento por aumentar la emisión monetaria, reducir las tasas de interés y no devaluar el peso.
Fábrega es el tercer titular del BCRA que echa la presidenta. Para entender el verdadero problema conviene repasar la inflación que dejó cada uno de los presidentes que fueron echados. Martín Redrado a principios del 2010 se fue con una inflación del 15%, luego Mercedes Marcó del Pont dejó en noviembre del 2013 una inflación del 25 % en tanto que “El Garante” se va con una inflación del 45 % medida a través de consultoras privadas. Ambos se fueron en medio de fuertes corridas cambiarias, caída de reservas y suba del dólar en el mercado paralelo
Redrado fue eyectado del BCRA cuando el dólar oficial valía 3,50 pesos por negarse a utilizar las reservas internacionales del Central para pagar deuda pública y privada y esa es una de las principales causas de la pérdida de reservas internacionales desde mediados del 2011 hasta la fecha. Del Pont fue acusada por CFK de no poder manejar el mercado cambiario, y Fábrega, de ser parte de una conspiración nacional e internacional para voltear a este gobierno, como afirmó la Presidente en su discurso del martes pasado. También lo acusó de no controlar las operaciones de dólar contado con liqui. Fábrega se va con un dólar paralelo de 15 pesos. Aunque la presidente y Kicillof no lo reconozcan, ambos se fueron como víctimas de un aumento en la inflación y del dólar paralelo que el gobierno no puede frenar.
Esto implica que cuanto más dependiente sea el BCRA del poder político, esta dependencia debe leerse como una mayor emisión monetaria para financiar el déficit del Estado, la inflación y el dólar en sus diferentes versiones en el mercado paralelo seguirán subiendo. En la medida que el BCRA siga emitiendo pesos sin respaldo para financiar el déficit fiscal como ocurre desde marzo del 2012, cuando el actual ministro Axel Kicillof logró modificar la Carta Orgánica del BCRA, la situación se agravará en una economía en la que sobran los pesos y faltan los dólares y la gente cada vez quiere comprar más dólares y desprenderse de los pesos que pierden valor frente al dólar y al euro aceleradamente.
Hay que considerar que con la llegada de Alejandro Vanoli al BCRA es probable que el gobierno controle aun más la compras de dólares en el mercado que llama ilegal e intervenga en la cotización del dólar contado con liqui y el llamado dólar bolsa. Al parecer este comportamiento no se modificará en la medida que el gobierno mantenga el cepo cambiario que instrumentó desde fines de octubre de 2011. En ese entonces el dólar oficial valía 4,40 pesos en tanto que el único dólar paralelo que existía era el contado con liqui cuya cotización llegaba a los 4,50 pesos. La brecha entre ambos llegaba al 10 % en cambio ahora supera el 80 %. El problema no es el valor del dólar paralelo sino el retraso que muestra la cotización del dólar oficial a 8,44 pesos.
La llegada de Alejandro Vanoli en reemplazo de Juan Carlos Fábrega no surge como la solución para frenar las corridas cambiarias que vive este gobierno desde el 2012 en adelante y que le han costado la pérdida de reservas internacionales más grave desde la ocurrida entre 2000 y 2001. La salida de Fábrega despeja por el momento la posibilidad de una devaluación del peso frente al dólar del 25 % similar a la de enero pasado. En ese entonces Fábrega decidió intervenir en el mercado cambiario y contradecir a Kicillof que no estaba de acuerdo con una devaluación del peso y una suba en las tasas de interés. Luego llegaron las acusaciones de la Presidente y Kicillof de actuar a favor del los bancos privados en un virtual acuerdo para pagar la sentencia con los holdouts, y el final está a la vista.