Nuevo gobierno, pero mismo régimen en Irán

Fabián Calle

Una nueva etapa política comienza en Irán con la asunción del presidente Hasan Rohani. Una novedad con sustanciales atenuantes, dado que el poder político-religioso-militar del país sigue en manos del líder espiritual Khamenei, que desde 1987 rige los destinos de este ex imperio milenario. Rohani es asimismo un hombre de extrema confianza del líder y desde la década del 80 ocupó cargos por demás sensibles en el área de seguridad nacional. También tuvo a su cargo a comienzo del presente siglo las negociaciones nucleares con los EEUU y es recordado por haber “ganado tiempo” para que el programa avanzara, pese a las resistencias de la superpotencia y sus aliados. Su nuevo gabinete tendrá como ministro de Relaciones Exteriores a Mohammad Javad Zarif, un experimentado diplomático que negoció con EEUU un  tema de rehenes en el Líbano y la relación Teherán-Washington en Afganistán. Es también ex embajador en las Naciones Unidas y tiene un doctorado en la Universidad de Denver.

Trascienden sus canales de diálogo más que discretos con figuras como el vicepresidente norteamericano con Joe Biden y con el secretario de Defensa Chuck Hagel. Este nuevo ministro está ligado históricamente al ex presidente Rafsanjani, mandatario durante el período en donde se produjeron los ataques terroristas de 1992 y 1994 en Buenos Aires y con pedido de captura de Justicia argentina. Un peso pesado en la política y en la economía de Irán. También, Rouhani nominó a Mohammad Forouzandeh como jefe negociador del tema nuclear, e integró estos años -junto al actual presidente- el estratégico Consejo Supremo de Seguridad Nacional. También preside una poderosa fundación de caridad y ayuda social del Estado. Es un ex Guardián de la Revolución, la élite armada del régimen. Este equipo, de contar como se espera con el visto bueno de Khamenei, parece destinado a un póker decisivo y de alto nivel entre Teherán y Washington en materia nuclear. Los dos bandos saben que si no se llega a un acuerdo básico en los próximos 12 a 18 meses, la posibilidad de escalada militar se acentuará fuertemente, con un Israel que ha decidido por ahora darle tiempo a esa ventana de negociación y no adentrarse en un ataque unilateral. Viable en lo técnico, pero de altísimos costos en todos los frentes imaginables.

La misma postura de la administración Obama de apostar fuerte por la diplomacia -o, mejor dicho, darle su oportunidad antes de apretar el gatillo- fortalece esta posibilidad de una negociación. Seguramente ríspida, con ideas y vueltas y sujeta a un eventual error de cálculo que termine en una tragedia. A todo ello se suma la guerra civil en Siria. Siendo este país el principal socio político y militar de Teherán, al mismo tiempo que Washington no desea la consolidación de Al Assad en el poder pero tampoco su caída desordenada y caótica en manos de una multiplicidad de grupos armados sunnitas que van de posturas laicas al más extremo fundamentalismo de Al Qaeda. También, el programado retiro de Afganistán por parte del Pentágono es un tablero de tratativas entre los persas y los norteamericanos. Los talibanes son enemigos naturales del shiismo iraní. El suelo afgano es una fuente masiva de heroína, y su cadena de violencia y de corrupción, hacia Irán.

Ni qué decir de Pakistán, única potencia islámica dotada de cabezas nucleares y con activa y fuerte presencia de Al Qaeda y milicias armadas como red Hakani. En Pakistán, se suceden permanentes ataques terroristas contra la minoría shiita. Todo ello matizado por fuerte inestabilidad política. Para completar el marco regional o de la “ventana” a la que hemos hecho referencia, está la crisis y escalada de violencia en Egipto. El golpe en este Estado clave y el consiguiente derrocamiento de la Hermandad Musulmana de tendencia fundamentalista y sunnita benefician a Assad y a Israel y perjudica a la organización Hamas de Palestina y los rebeldes sirios, y en cierta medida también al gobierno islámico en Turquía. Por si fuese poco, hay una ascendente tensión geopolítica entre Egipto y Etiopía por una central hidroeléctrica que este último país africano quiere construir en el Nilo. Como se verá, una partida de ajedrez con varios tableros simultáneos. Siempre recordando que si bien los persas inventaron el ajedrez, los norteamericanos tienen la primacía en las tablets, Internet y juegos kinéticos. Muchos de ellos, tan similares a tecnología usada para la guerra. Un póker digno de ver y analizar, y no apto para ansiosos y cardíacos. Si de compararlo con juegos se trata, esperemos que el resultado sea mas parecido al “Candy Crush” que a “Call of Duty”.