Por: Walter Schmidt
“Hoy Mauricio empezó realmente la campaña presidencial y arrancó en punta”, reflexionó un encumbrado asesor macrista, en medio del alborotado festejo del PRO en Costa Salguero.
Macri golpeó primero en esta disputa de a tres por el sillón de Rivadavia que han propuesto junto a Daniel Scioli (FPV) y Sergio Massa (FR) y que tendrá su primera final en Agosto, con las PASO de los postulantes presidenciales y la segunda en octubre, en las elecciones generales.
Macri aprobó la última materia que le faltaba para recibirse como el líder del PRO: la de imponer un candidato y que este triunfe, pese a que a primera vista Horacio Rodríguez Larreta corría muy detrás de Gabriela Michetti.
“No tenía otra salida que apostar a Horacio, no solo porque es la continuidad sino porque Gabriela proponía un neomacrismo peligroso”, sostiene un funcionario del gabinete de la Ciudad, para justificar que Macri haya apostado públicamente por Rodríguez Larreta en detrimento de Michetti.
Con la resolución de la interna del PRO en la Ciudad a su favor, Macri termina con una serie de problemas hacia dentro, que también comprendían a la provincia de Córdoba, donde el viernes pasado consiguió presentar la fórmula a la gobernación que pretendía: el radical Oscar Aguad, acompañado por el macrista Héctor Baldassi. A ello se suma Luis Juez candidato a senador y Ramón Mestre, que irá por la reelección de la intendencia de la capital cordobesa.
Con la Ciudad y Córdoba resueltas; Santa Fe encaminado con su candidato Miguel del Sel, si es que el escrutinio final no da ninguna sorpresa de mal gusto; y Mendoza casi ganado junto a los socios radicales que llevan a Alfredo Cornejo a la gobernación, Macri se liberó de los problemas internos para encarar la campaña presidencial. Y lo hizo nada menos que con un volumen de votos en la Ciudad, apenas unos puntos por debajo de un triunfo en primera vuelta el 5 de julio próximo.
Podría decirse que, en el primer tramo de la maratón que tiene como meta la Casa Rosada, Macri terminó primero.
Tras asimilar el aforismo político de que “a veces hay que tragarse algunos sapos”, Scioli puso el rostro para acompañar a Mariano Recalde, a quien algunos funcionarios como Aníbal Fernández sindicaron como el joven que había logrado recuperar el segundo lugar en la ciudad para el Frente para la Victoria, cuando en realidad el kirchnerismo salió tercero.
Pero el problema del kirchnerismo no muere en un festejo demasiado anticipado. El problema de las huestes de Cristina Fernández es que es probable que el 19 por ciento obtenido por el partido sea el techo y que nadie de otra fuerza traslade sus votos a Recalde.
La perspectiva de ECO, en cambio, es que Martín Lousteau puede seguir creciendo a expensas del voto de Gabriela Michetti, por ejemplo. Aunque con repetir la performance de ayer, Lousteau estaría compitiendo en un ballottage con un ganador casi seguro, más allá de la diferencia de votos, como Rodríguez Larreta.
Mientras, el otro presidenciable, Massa, dejó en soledad a su candidato, Guillermo Nielsen, que no alcanzó el 1,5 por ciento de los votos, y negó al candidato presidencial del Frente Renovador de un delfín en la Ciudad. Para colmo, Massa había apostado su poco capital porteño a que Michetti le ganara a Rodríguez Larreta y así socavar la candidatura de Macri. Tampoco ese ardid le salió bien.
Lousteau y Zamora, dos agradables sorpresas
Con su segundo lugar, Lousteau dio la primera sorpresa. Basó su campaña en la discusión y la crítica constructiva con el PRO, en función de propuestas o gestión, nunca en términos ni ideológicos ni personales-despectivos. Aprovechó su capacidad pedagógica para llegar a los porteños e incursionó en recursos tecnológicos como un video en Internet sobre el estado de algunos hospitales porteños después de recorrer la ciudad en la bicicleta tan marketinera de la gestión PRO.
Pausado, paciente y racional, Lousteau le dio nuevos aires a la disputa política.
La segunda sorpresa fue el eterno dirigente de izquierda Luis Zamora. Prácticamente no se lo vio en ningún programa de TV, ni en radio ni en medios gráficos, así como tampoco se percibieron afiches suyos empapelando alguna calle porteña. Una de las pocas imágenes de Zamora fue repartiendo volantes son su propuesta en la calle Florida o en alguna otra intersección medianamente transitada.
El anti-candidato mediático fue uno de los dos dirigentes de izquierda –la otra fue Myriam Bregman del Frente de Izquierda (FIT)- que logró romper la barrera del 1,5 por ciento de los votos. No sería extraño que Zamora aumente considerablemente su intención de voto, ahora que el electorado porteño cree que el PRO, de la mano de Rodríguez Larreta, se encaminará hacia un inevitable triunfo en julio.