A diferencia de las décadas pasadas en las que se desarrollaron otras escaladas bélicas en el Medio Oriente, en especial entre Israel y diversas coaliciones árabes, actualmente la región esta siendo cruzada por los vientos del choque entre laicos y fundamentalistas (en especial ligados a la Hermandad Musulmana en Egipto, Túnez y crecientemente en Turquía) y las escaladas de violencia de sunnitas vs. shiítas o sus “primo hermanos” alawitas. Siria es un fiel reflejo de ello, pero también ello es claramente visible en Irak, Pakistán y Bahrein. Todo ello condimentado, por una red transnacional de terrorismo como es Al Qaeda, cuyos dos primeros mandos son respectivamente un egipcio, Zawahiri, y su ascendente nuevo numero 2, el yemenita Nasir al Wuhaysi.
La presencia del grupo filo iraní Hezbollah en las operaciones militares de los alawitas de Assad en Siria contra los laicos y fundamentalistas sunnitas (la amplia mayoría en el país) muestra la complejidad y permeabilidad del escenario. En tanto, Irán avanza en la puesta en operaciones de centenares de nuevas y sofisticadas centrifugadoras para enriquecer uranio al 20% o más y en el montaje de un centro de lanzamiento cohetes espaciales y eventualmente misiles intercontinentales en Shahrud a 100 kms al NE de Teherán. Ya en enero pasado un cohete llevó un mono al espacio y lo regresó vivo a la tierra. Tecnología, esencialmente de uso dual, o sea civil y militar. Cualquier decisión de los EEUU y o Israel de operar militarmente dentro de los próximos 12 a 18 meses sobre el programa nuclear de Teherán deberá tener en cuenta una multiplicidad de impactos cruzados pocas veces vistos.
A diferencia del blanco y negro tan propio del ajedrez, nacido en la antigua Persia, el Medio Oriente esta poblado de grises y zonas opacas. Uno de los tantos ejemplos es la ambigua relación entre el epicentro del shiísmo como es Irán y el ultrafundamentalismo sunnita de la red Al Qaeda. La red y sus filiales han masacrado infinitamente mas shiítas en Irak que soldados americanos y europeos. No obstante ello, pos invasión de los EEUU a Afganistán a fines del 2001, varios dirigentes de primer nivel del grupo de Bin Laden, incluyendo uno de sus hijos, encontraron según se dice refugio en la tierra de los Ayatollahs. Bajo el universal lema el “enemigo de mi enemigo es mi amigo”, nació esta relación de conveniencia y donde nada es como parece. El propio nuevo segundo en el mando de Al Qaeda es secretario privado de Bin Laden. El yemenita Nasir al Wuhaysi fue uno de los que se refugiaron en Irán y luego fue “extraditado” casi cinco años después a Yemen, donde escapó del control de las fuerzas de seguridad.
En otros planos (económico-comercial y energético) más mutaciones de primer orden se vienen produciendo. Entre ellas, el ascenso de China como principal importador de petróleo saudita desplazando a los EEUU de esta histórica posición. También, los saudíes han abierto por primera vez la posibilidad de un contrato de compra de armamento ruso por 15 mil millones de dólares. Según dicen algunos medios, siempre y cuando Moscú deje de sostener al régimen antisunnita de Assad en Siria. Históricamente, la superpotencia petrolera del Golfo y primer productor del “oro negro” del mundo con 11 millones de barriles diarios había centrado sus compras de material bélico en EEUU y en menor medida en Europa.
Propuesta que finalmente, la administración Putín parece haber desestimado. En tanto, Teherán se transforma en un creciente proveedor de gas de Pakistán, país que tiene la característica de ser la única potencia con bombas nucleares en el islam y que cuenta con un fuerte e histórico lazo estratégico-militar con China. En este escenario, los tomadores de decisiones en Washington vienen desde hace una década cultivando la relación con la India, también provista de un arsenal atómico, y rival de Pakistán y China. Sin por ello dejar de buscar vías de cooperación en materia de seguridad de las agencias americanas con gobierno pakistaní y en especial con sus fuerzas militares y de seguridad. Claves para moderar en parte los niveles de turbulencia y violencia en la caótica Afganistán. No casualmente el Pentágono analiza, dentro de un amplio plan a 10 años de racionalización del gasto y de revisión estratégica, algunos importantes replanteos en su despliegue territorial. Un ejemplo, la idea de expandir el comando militar que tiene jurisdicción sobre la zona del Pacífico y las estratégicas China, Japón y las Coreas, para que pase a incluir también a Pakistán y Afganistán. Ambas, actualmente en el área de influencia del comando militar central que focaliza su accionar en el Medio Oriente y Golfo Pérsico.
Asimismo, se debería evitar el explicar todas las lineas de quiebre meramente por el clivaje sunnita vs shiita. Un ejemplo de ello son las fricciones geopolíticas que se da entre dos monarquías sunnis como son los sauditas y Qatar. Este último lleva desde hace varios años una sorprendente activa política exterior que tiene como algunos de sus ejemplos su protagónica intervención en el respaldo económico y en armas a los rebeldes que tomaron el poder en Libia y a los que están combatiendo la sangrienta guerra civil en tierra siria. También, su espaldarazo político al breve gobierno de la Hermadad Musulmana en Egipto. En tanto que el gigante saudita habrá tendido a ver con buenos ojos el ascenso de los militares en la tierra de los faraones.
No menos importante es la revolución que se está desarrollando a todo vértigo en el mercado de la energía, en especial el shale petróleo y el shale gas obtenido a partir de la perforaciones horizontales, tecnología nacida de una pequeña empresa exploradora de hidrocarburos de los EEUU hace unos 15 años y que hoy es tema de atención y conversación en el mundo. La superpotencia ya produce 1.5 millones de barriles de oil petróleo y se proyecta que para el 2017 alcanzaría los 5 millones de barriles (equivalente a más de la suma de las importaciones provenientes de México, Arabia Saudita y Venezuela). La combinación de esa innovación y la quintiplicación o más del precio del petróleo desde los 18 a 20 dólares el barril de fines de la década de los 90 a los 100 a 110 del día de hoy, ha creado una sinergia pocas veces vista. Con un barril a estos precios, comenzó a ser redituable sacar carburante a costos que iban de los 20, 30 a 40 dólares (versus los 2, 4, 6 o 10 dólares que cuestan en los pozos tradicionales). Eso hace que los EEUU comiencen a tener un horizonte de progresiva reducción de sus importaciones desde el exterior (básicamente desde Canadá, México, Arabia Saudita y de la “díscola” Venezuela). Este giro copernicano junto al desplazamiento del eje geopolítico del mundo al Asia-Pacífico, donde Washington es una potencia activa y presente en todos los campos, hace que tanto Israel como los enemigos y aliados de la superpotencia mundial en el Medio Oriente deban comenzar a replantear más temprano que tarde el impacto de estas mutaciones. Salvando las distancias, en el nuevo escenario que se perfila a mediano y largo plazo con un EEUU progresivamente más autosuficiente en energía y con métodos de optimización de su uso como los autos y micros híbridos y buscando aplicar y calibrar un mix de contención geopolítica y negocios y cooperaciones puntuales con China. Países como India comenzarán a ocupar más y más espacio en los debates. Salvando las distancias y paralelismos siempre imperfectos y forzados, los hindúes podrían ser vistos como tan vitales para Washignton vis a vis el régimen chino como los alemanes occidentales lo fueron en la contención a la Unión Soviética durante la Guerra Fría. No casualmente, el Departamento de Estado y el Pentágono han venido optimizando los vínculos con un viejo enemigo americano, pero por centurias archirival de China, tal como es Vietnam.
Un recordatorio más que muestra que en la política internacional, la guía principal para entender la conducta de los Estados dotados de grados básicos de coherencia político-militar son los intereses nacionales y sus capacidades. Un llamado de atención, para los que con cierta premura tienden a creer, y más aún, a “querer” que EEUU “fue” y que el poder pasara por los BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y que éste conjunto de países actúa y actuará como bloque y homogéneamente. Como siempre, la política internacional es reacia a ser explicada de manera blanco-negro o con clichés.